¿De verdad era tan difícil prever un escenario en el que Rajoy sacaba mayoría sin poder gobernar y al PSOE no le cuadraba ningún pacto para ser alternativa a la Moncloa? ¿De verdad antes de llevarnos a votar por segunda vez ese escenario era tan impensable? Y si no lo era, si dentro de las posibilidades en las elecciones de junio ésa era una de las más previsibles, ¿por qué no explicó entonces el PSOE qué haría si llegaba a darse una situación así? ¿Por qué esa manía de no decir lo que se va a hacer antes de pedir el voto?
Decía Barreda en La Ser, este mismo viernes, que el motivo de la abstención era no meterse en unas terceras elecciones que serían todavía más nefastas para el PSOE. Entrar en una batalla cuando sabes de antemano que vas a perder es insensato, decía el ex presidente manchego. Hombre, visto así, podemos suspender la democracia hasta que el PSOE se ponga bueno. Pero lo más grave que puede traducirse de esas palabras es que el partido socialista ha vuelto a mentir. Nos dijeron hace unas semanas que la abstención era por patriotismo, por responsabilidad con España y con sus ciudadanos, que no podían seguir sin gobierno. Ahora resulta que la abstención es por cobardía, por el miedo a unos resultados peores.
Hace solo unos meses la política de tijera del PP era lo peor que podía pasarle a este país. Era el partido de la corrupción. Había que desalojarlo de la Moncloa con la máxima urgencia para evitar poco menos que la disolución de las garantías sociales. Y sobre esas tres ideas el PSOE construyó un discurso. Y perdió. Hoy, el mismo PP va a seguir gobernando con el beneplácito del ¿mismo? PSOE. “España necesita un gobierno con extrema urgencia.” Este axioma, patrocinado por PP, Ciudadanos y el PSOE, ha sido aceptado sin rechistar por buena parte de la ciudadanía, sin pararse a pensar si es cierto. Sin gobierno, como mínimo, no hay recortes. ¿Cuál es la prisa entonces del PSOE por apretar el gatillo de la escopeta con la que se está apuntando directamente al pie (izquierdo)? La respuesta nos la ha dado Barreda. El miedo, que es libre. Así que tendremos que aprender (y no olvidar en próximas elecciones) una importante lección: entre defender lo que es mejor para el país en el fango de la lucha de los argumento (con el riesgo, claro está, de la derrota) o esconder la cabeza, el PSOE elige la bandera blanca. El no disparen que ya salimos. Bien, es una opción no solo legítima, faltaría más, sino inteligente si se mira desde el punto de vista del marketing político a largo plazo. Sin embargo, para la próxima, sería un detalle advertir antes a los electores, para que sean libres de elegir entre abstenerse ellos en las urnas o que les abstengan más tarde por la fuerza.