Si Víctor Hugo Morales hubiera narrado anoche el infame espectáculo de Argentina -recordatorio para los despistados, un equipo que podría contar con un trío atacante formado por Messi, Tévez y Agüero-, lo habría hecho más o menos como sigue:
“Ahí la tiene Maradona, le valen los tres puntos. Plantea el partido Maradona, arranca por ningún lado la ruina táctica del futbol mundial, y deja huérfano al equipo y no hace ningún cambio… Nunca Maradona! Desastre! Desastre! Desastre! ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… y Goooooool… Gooooool… de Bolatti, en el 80 y de rebote! ¡Ridículo! ¿Esto es fútbol? ¡Churrazo! ¡Diecagón! ¡Maradona! Estoy acojonado, perdonenme ustedes… Maradona, en una empanada memorable, en el desastre de todos los tiempos…Barrigudo cósmico… ¿a qué planeta te fuiste para volver loco en el camino a tanto albiceleste? ¡Para que el país se descojone apretado, gritando Argentina!… Uruguay 0 – Argentina 1… ¡Diecagón!, ¡Diecagón! Diego Armando Maradona… Disculpa Dios, por este fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Uruguay 0 – Argentina 1.”
Si yo fuera creyente sería politeísta, y en el altar de mis ancestros guardaría un hueco al becerro del balompié. Porque sin duda habría un Dios del fútbol y sería muy sabio. Y mandaría señales todos los días. El Dios del fútbol, por ejemplo, se me habría aparecido ayer en forma de portería en llamas para decirme: “Hijo mío, desconfía de los que te hablen del partido de todos los tiempos. ¿Acaso yo permitiría que semejante grandeza la emitieran a las doce de la noche, un miércoles de octubre, y con el ordenador y a trompicones como única opción para verlo por culpa del dichoso Canal Plus? Vete a la cama tranquilo. Hoy no ascenderá ninguna jugada al cielo de los goles”.
Pero yo no soy creyente. Y sufrí las consecuencias.
Argentina, para el espanto de equipo que tiene, no jugó mal. O por lo menos jugó ordenada.
Argentina, para el espanto que tiene de DT, nunca estuvo fuera del Mundial en todas las eliminatorias.
En Argentina, un país que, como Maradona, no tiene grises, el éxito nos gusta tanto como el fracaso. (Una idea muy Atlética, no?)
Y Argentina, no puede jugar con los tres bajitos adelante. Eso está clarísimo… esto no es fútbol sala.
Y chupala. 😛